Según la Oficina Nacional de Estadísticas, China produjo 396 millones de toneladas de carbón durante el mes de marzo -equivalentes a 12,77 millones de toneladas diarias- , un 15% más que en marzo de 2021.
El gigante asiático se ha fijado como objetivo una producción diaria de carbón de 12,6 millones de toneladas diarias para este año, ya que Pekín ha decidido priorizar la seguridad energética tras la incertidumbre geopolítica generada por el conflicto bélico. Hay que tener en cuenta que las importaciones de carbón de China durante 2021 fueron las más altas desde 2013. A diferencia de la práctica que venía de realizar durante los dos años anteriores, Pekín no impuso un tope a las importaciones en medio de los esfuerzos por garantizar suministro eléctrico. Hasta este mes de enero, la mayor parte de las importaciones de carbón procedían de Indonesia.
Sin embargo, la nación del sudeste asiático anunció la prohibición de las exportaciones de carbón con el fin de garantizar el abastecimiento local, dejando a China con un problema de suministro. Evento que sucede en un momento de tensiones con Washington y de disputa diplomática con Australia, lo que ha resultado en una prohibición -no oficial- de las importaciones de carbón australiano desde 2020. Estos problemas de abastecimiento para el principal consumidor de carbón del mundo –seguido por India- coincide con un ambicioso plan de transición “verde”, y por ende, con una disminución progresiva de la capacidad de carbón a nivel mundial.
Todo esto nos conduce a una paradoja en la que venimos insistiendo recurrentemente, en la que en medio de unos objetivos de emisiones de CO2 marcados, dos de los mayores consumidores de energía del mundo -China e India- siguen incrementando su capacidad de carbón ante la falta de suministro internacional. Escasez que por otra parte, presiona a los precios de este combustible fósil a máximos históricos.
Gráfico Indonesia Coal Index