La publicación de los datos de actividad del 1T ha confirmado que la economía superó el invierno sin que se produjese el temido enfriamiento de la actividad. El crecimiento mundial anualizado (próximo al 3,5%) se situó por encima del potencial y de las expectativas más optimistas, fruto del mantenimiento de un buen comportamiento del mercado de trabajo, de la solidez que siguen mostrando los balances de familias y empresas, de la recuperación de las expectativas de los agentes, de la reactivación de la economía china tras la reapertura y, por último, de los efectos positivos de las bajadas de los precios del petróleo y del gas de los últimos meses.
La evidencia es clara: Entre 2018 y 2020 mantuvimos aumentos graduales en los precios de los combustibles. Durante la pandemia y a raíz del colapso del precio del petróleo a nivel internacional en 2020, se bajaron los precios. A partir de 2021 empezaron a subir gradualmente y… pic.twitter.com/VRSfqW1P5v
— Iván Duque ???????? (@IvanDuque) May 5, 2023
Las dinámicas económicas se han visto favorecidas por la reducción de los desajustes entre oferta y demanda y ese retorno a cierta normalidad tras las continuas disrupciones de los últimos 36 meses (pandemia, problemas en las cadenas de valor, riesgo geopolítico, etc.) ha permitido al ciclo de negocios franquear los obstáculos de los últimos meses mejor de lo esperado.
Pero no es tiempo para la complacencia, pues nuevos retos aparecen en el horizonte
Entramos en una etapa diferente, en la que se seguirán arrastrando algunos de los problemas de la anterior, pues la otra cara de la moneda del buen desempeño de la actividad continúa siendo la incertidumbre sobre la evolución de la inflación, cuyos síntomas de mejora son incompletos. La visibilidad sobre el comportamiento de los precios a medio plazo es limitada, ya que, más allá de las mejoras en las lecturas generales por los efectos base, el núcleo tendencial sigue mostrando resistencia a la baja.
La clave a corto plazo será la trasmisión del endurecimiento monetario a la inflación, pero también a la estabilidad financiera, que pondrá a prueba el objetivo dual de los bancos centrales
De momento, los resultados de las encuestas crediticias muestran que las subidas de tipos de interés ya se están reflejando tanto en la oferta como, especialmente, en la demanda de financiación de empresas y consumidores. Ello anticiparía un enfriamiento del consumo e inversión en la segunda parte del año. La intensidad de ese ajuste de la demanda y su capacidad para hacer retornar la inflación al objetivo del 2% a medio plazo determinará si va a ser definitiva la pausa que realizarán los bancos centrales antes del verano. Tras las reuniones de la primera semana de mayo, ese momento parece haber llegado para la Reserva Federal, mientras que en la eurozona quedarían una o dos subidas de 25 p. b. antes de que el BCE se tome un merecido descanso.