El sector oleícola, con una arraigada tradición en nuestro país, es uno de los más relevantes del sector agrario español y juega un papel fundamental desde el punto de vista económico, medioambiental, cultural y gastronómico. Además de ser fuente de rentas y empleo en muchas zonas rurales, contribuye a la cohesión territorial y social y a la lucha contra la despoblación, la erosión del suelo y el cambio climático. Se trata de un sector formado por empresas de tamaño reducido, lo que dificulta las economías de escala y la capacidad de innovación. La principal baza con la que cuenta el sector es el elevado potencial que ofrecen los mercados mundiales para un producto cada vez más demandado por su calidad y sus propiedades. Para aprovechar esa ventaja competitiva, debe mejorar la orientación al cliente final, potenciar la diferenciación que aporte valor añadido y defender el liderazgo y posicionamiento de marca en los mercados internacionales.
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El sector oleícola se caracteriza por la atomización, lo que supone un hándicap que lastra su competitividad y la capacidad de negociación de los productores
El papel del sector oleícola en España Con cerca de 340 millones de olivos, España es líder mundial en superficie, producción, comercialización y exportación de productos del olivar, tanto aceitunas como, especialmente, aceite, a cuya fabricación destina más del 90% de la superficie cultivada y de la producción de aceituna. El 23% de la producción total de aceite de oliva es ecológico, un producto cada vez más demandado y que se enmarca en las prácticas de la agricultura sostenible. El oleícola es un sector muy atomizado, con un elevado número de participantes a lo largo de las distintas fases de su cadena de valor.23 En primer lugar, existen más de 380.000 explotaciones con un tamaño medio muy bajo (7 hectáreas): el 52% tienen menos de 5 hectáreas y solo el 16,5% tienen más de 20;24 casi el 87% de las explotaciones, con el 76% de la superficie, son de secano.
En el proceso industrial de elaboración del aceite, se encuadran más de 3.500 agentes, entre almazaras, envasadoras, orujeras/extractoras y refinerías.
Además, hay una amplia gama de industrias vinculadas al sector: por un lado, las que proporcionan abonos y fitosanitarios, maquinaria, equipamientos, instalaciones, etc.; por otro, las que utilizan aceites de oliva como inputs, ya sean del propio sector alimentario o del farmacéutico y de la cosmética. El modelo cooperativo está muy extendido,26 sobre todo en las primeras etapas de la elaboración de aceite: las cooperativas representan alrededor del 50% de las almazaras, que producen casi el 70% de los aceites de oliva de España, y en torno al 40% de las envasadoras, que tienen un tamaño reducido y escaso papel en el mercado, en contraste con las grandes sociedades mercantiles. En cuanto a las empresas del sector de distribución, encargadas de la comercialización del aceite, los supermercados y autoservicios concentran prácticamente la mitad de las ventas, seguidos, a gran distancia, por los hipermercados y las tiendas descuento.