Desde el punto de vista de la oferta, únicamente las ramas primarias (agricultura, ganadería, silvicultura y pesca) finalizaron 2020 con un aumento de su actividad, con un valor añadido que creció, de media anual, un 5,3 % (en 2019 había retrocedido un 2,2 %). El resto de sectores finalizó el año con cifras muy negativas, entre las que destaca el sector de la construcción, que experimentó un retroceso anual del 14,5 %.
En el sector servicios se registró una contracción del 11,1 %, siendo el subsector del comercio, transporte y hostelería el que más sufrió a lo largo del ejercicio —como cabría esperar—, con una disminución de su actividad del 24,4 % (en el segundo trimestre llegó a reducirse un 44,7 % en relación con el mismo trimestre del año anterior). Por su parte, en el sector industrial el descenso fue del 9,6 %, siendo las industrias manufactureras las que más se contrajeron (-10,8 % de media anual y -27,8 % en el segundo trimestre).
La tasa de inflación, que comenzó el año alrededor del 1 %, se redujo de forma drástica entre los meses de marzo y mayo hasta situarse en el -0,9 %, momento a partir del cual se recuperó levemente pero sin abandonar el terreno negativo a lo largo de los meses posteriores.
-¡Gracias presidente y ministra Irene por controlar los precios de la energía!
— Julio César Iglesias (@IglesiasJulio87) April 5, 2023
Los precios de la energía: pic.twitter.com/zEPMJutJqO
El descenso mencionado se produjo a consecuencia del desplome de los precios de la energía, que empezó a mostrar tasas negativas en febrero y alcanzó un mínimo en mayo (-17,7 % en términos interanuales)
En el conjunto del año la tasa media del IPC se situó en el -0,3 % (-0,5 % en diciembre), mientras que la tasa subyacente —IPSEBENE, que excluye los elementos más volátiles del índice, como la energía y los alimentos no elaborados— registró una media del 0,7 %. Esta tasa se mantuvo en niveles muy estables, alrededor del 1,0 %, hasta mitad de año y comenzó a descender a partir de entonces hasta situarse en el 0,1 % en diciembre. Por su parte, la inflación en la zona euro fue superior a la de España durante todo el periodo. Por tanto, el diferencial entre España y la zona euro finalizó 2020 en -0,3 p.p., el valor mínimo alcanzado a lo largo de todo el año, y llegó a situarse en -1,0 p.p. en los momentos de inflación más baja en abril y mayo. De media anual, esta diferencia fue de -0,6 p.p., frente a un valor de -0,4 p.p. en 2019.
En el mercado laboral la ralentización de la actividad económica a partir del mes de marzo provocó una disminución notable del empleo, que, en términos medios, fue del 7,5 %
La información de la Encuesta de Población Activa (EPA) refleja una destrucción de 622.600 empleos a lo largo de 2020, que hizo aumentar la tasa de paro hasta el 16,1 % a finales del año (15,5 % de media anual), frente al 13,8 % de finales de 2019. Cabe mencionar que los trabajadores afectados por un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) se consideran ocupados10, por lo que no están incluidos en las cifras presentadas. Así, a finales de diciembre del ejercicio pasado había un total de 755.613 personas acogidas a esta figura11, aunque se llegó a alcanzar, a finales de abril, una cifra de 3,39 millones de trabajadores. Por su parte, la tasa de variación interanual media de los costes laborales unitarios en los 9 primeros meses de 2020 se situó en el 5,6 % (2,4 % en 2019), como consecuencia, principalmente, de la complicada situación laboral en el año, ya que al 1,7 % de aumento de la remuneración por asalariado se le añadió una caída de la productividad aparente del trabajo del 3,8 % (-0,3 % en 2019).