Bancos centrales y su papel ante un mundo fracturado: Aunque los bancos centrales no son inmunes a los deslices y a veces deben combatir las crisis que ellos mismos provocan

Presentamos el último comentario de Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l'Echiquier (LFDE), en el que afirma que "pese a las profundas fracturas que agrietan el mundo en la actualidad" y "aunque los bancos centrales no son inmunes a los deslices y a veces deben combatir las crisis que ellos mismos provocan", la historia demuestra que, en conjunto, se les puede conceder un elevado grado de fiabilidad y una capacidad para corregir sus errores de trayectoria.
El conflicto israelí-palestino; la incapacidad de elegir al presidente de la Cámara de Representantes a pesar de las incontables votaciones y la urgencia del momento; la alianza entre Putin y Xi Jingping...Todas estas instantáneas, como tantas otras, ilustran las profundas fracturas que agrietan el mundo en estos momentos.
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Por lo general, podríamos decir que el funcionamiento está siendo adecuado. Muy atentos a los datos de inflación, que están reaccionando con tacto a los cambios en la economía, sin precipitarse ni demorarse. Así, vimos cómo el Banco de Inglaterra evitaba tener que subir una vez más sus tipos, contra todo pronóstico, al considerar que la inflación mostraba a medio plazo una trayectoria más tranquilizadora, aunque cabía esperar sobresaltos a corto plazo. Por el contrario, hemos visto cómo el banco central estadounidense endurecía el tono, sin por ello aplicar nuevas medidas restrictivas, cuando constató que el mercado laboral aún mostraba unas tensiones excesivamente elevadas. Hemos visto incluso cómo el banco central turco extraía lecciones de los fracasos del pasado a la hora de controlar la inflación y subía drásticamente sus tipos, dando así un vuelco a años de política monetaria no ortodoxa e infructuosa.
Aunque los bancos centrales no son inmunes a los deslices y a veces deben combatir las crisis que ellos mismos provocan (como el exceso de liquidez inyectado durante el episodio de COVID, que explica en parte la inflación), la historia demuestra que, en conjunto, se les puede conceder un elevado grado de fiabilidad y una capacidad para corregir sus errores de trayectoria. Si se cerniera la amenaza de una nueva crisis sistémica, lo más probable es que la enfrentasen con eficacia y restablecieran los flujos financieros más allá de las fracturas, garantizando en última instancia la liquidez de las entidades clave, incluso su propia solvencia.
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De hecho, algunas crisis sirven para corregir excesos contraproducentes. Por ejemplo, los tipos elevados van a incrementar inexorablemente los impagos de empresas muy endeudadas cuyo modelo de negocio no era sólido. Las dificultades que desafortunadamente se derivarán de ello, incluidas las sociales, darán lugar a oportunidades en otros sectores. El mismo ajuste se aplicará al sector inmobiliario, que debido a los bajos tipos de interés captaba un porcentaje del ahorro que históricamente se salía de la norma, en detrimento de la inversión productiva.
En definitiva, aunque el mundo parece estar especialmente desgarrado en la actualidad, el pasado nos recuerda no solo que siempre lo ha estado, sino también que algunas entidades son todavía lo suficientemente funcionales como para esquivar algunas fracturas mundiales y restablecer los flujos económicos.
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