A lo largo de nuestra trayectoria, hemos visto que es habitual que las Pymes no tengan en cuenta las previsiones de sus flujos de caja. Es muy aconsejable que se realice este cálculo ya que la información que aporta esta medida es esencial para poder comprender el status quo de una empresa. Sin tener este valor, es más difícil poder detectar desajustes en la caja, prever futura iliquidez, saber si se necesita financiación externa, etc.
En esta entrada vamos a estudiar la importancia del flujo de caja como una herramienta de control financiero, y vamos a indagar en sus subcategorías y en los mecanismos para calcularlo.
Empezaremos diciendo que el flujo de caja contempla las entradas y salidas netas de dinero que tiene una empresa en un periodo de tiempo. Es decir, es una medida que proporciona el resultado de los ingresos menos los gastos, reflejando la salud financiera de una empresa, y, específicamente su capacidad de hacer frente a sus deudas. La medida a su vez está correlacionada con la liquidez de la entidad corporativa.
Un flujo de caja positivo, la condición ideal, indica que los activos corrientes están incrementando, mientras que un flujo de caja negativo indica lo contrario.
Existen tres subcategorías dentro del concepto de Flujo de Caja, y es esencial poder diferenciarlas.
- Flujos de caja de operaciones (FCO): Incluye a las transacciones de dinero llevadas a cabo directamente por la empresa para poder operar.
- Flujos de caja de inversión (FCI): Se enfoca en el movimiento de capital que resulta de un gasto que debería traer beneficios futuros.
- Flujo de caja financiero (FCF): Dinero recibido o gastado por medio de operaciones relacionadas directamente con el manejo del dinero de la empresa (como son la compra y venta de participaciones, intereses, pagos de préstamos, entre otros)
Sabiendo ya qué es el flujo de caja, y siendo conscientes de que es esencial para el análisis de una empresa, vamos a mencionar que hay cinco alternativas: Cash Flow, EBITDA, EBITDAR, Cash Flow Operativo (CFO), y Cash Flow Libre (CFL)
En este post nos centraremos en explicar dos de las cinco alternativas anteriormente mencionadas para obtener el valor del flujo de caja: Cash Flow y EBITDA.
¿Qué es el Cash Flow y para qué sirve?
En el cálculo del Cash Flow se utiliza el resultado neto de la empresa (todos los ingresos menos todos los gastos), y se le suman los costos de la depreciación de los activos (generalmente por el paso del tiempo), y el valor de las depreciaciones ocasionadas por imprevistos.
El Cash Flow se calcula utilizando la siguiente ecuación:
CF = Beneficio neto + Amortizaciones + Provisiones
¿Qué es el EBITDA y para qué sirve?
El EBITDA mide el beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducibilidad de los gastos financieros. Esto quiere decir que refleja la capacidad de una empresa de generar beneficios independientemente de factores externos.
Es importante tener en cuenta que mientras que el cash flow refleja la liquidez de una empresa, el EBITDA no lo hace ya que no aborda todos los egresos al excluir explícitamente los factores externos como son por ejemplo los pagos de impuestos o de intereses.
El EBITDA, se calcula de la siguiente manera:
EBITDA = Resultado Explotación (BAIT) + Amortizaciones + Provisiones
Adicionalmente, cabe mencionar que estas dos medidas asumen el cumplimiento de todos los cobros y en la práctica no siempre se puede contar con esto.
De todas maneras, el flujo de caja es un indicador importante del estado financiero de una compañía. No muestra si hay ganancias o pérdidas, pero sí proporciona información necesaria acerca del funcionamiento de una empresa en un periodo de tiempo, ya sea este histórico, presente, o proyectado. La capacidad de pagar deudas es un factor determinante en la conversación de préstamos y créditos, por lo que el flujo de caja predice importantemente esta parte del futuro de un negocio.