Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) contienen una desaceleración del crecimiento a nivel mundial desde el 6,1 % hasta el 3,6 % en 2023. La rebaja del pronóstico esperado para este ejercicio, de casi 1 punto porcentual con respecto a la previsión de enero, tuvo su origen, sobre todo, en el menor crecimiento previsto para las economías europeas más dependientes de las importaciones de Rusia: Alemania (-1,7 p.p.) e Italia (-1,5 p.p.) y en la contracción esperada del PIB ruso (-8,5 %, frente al avance del 4,7 % de 2021).
En un escenario de inflación mayor y más persistente, la institución pronostica un crecimiento del 3,3 % en 2022 y del 2,4 % en 2023 para las economías avanzadas (5,2 % en 2021), y del 3,8 % y el 4,4 % en los mismos periodos para las emergentes (6,8 % en 2021). La economía española ralentizaría su crecimiento desde tasas algo superiores al 5 % en 2021 hasta el 4,8 % en 2022 y el 3,3 % en 2023. Estas previsiones son 1,0 y 0,5 p.p. inferiores a las publicadas en enero.
Este escenario previsto de desaceleración de la senda de recuperación, que se ve condicionado por la materialización de algunos riesgos muy importantes, muestra un grado de incertidumbre elevado
El riesgo más importante está relacionado, sin duda, con la invasión de Ucrania por parte de Rusia y todos los efectos directos e indirectos que se derivan de esta. Los efectos económicos más inmediatos tienen que ver con un fuerte aumento de los precios de la energía, que se suma a los ya registrados en meses pasados y que determina un crecimiento de la inflación mayor y por un tiempo más prolongado.
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— Banco Mundial (@BancoMundial) March 12, 2023
Además, las sanciones económicas y financieras establecidas sobre Rusia supondrán una merma importante de la actividad de aquella economía, pero también para sus vecinas europeas
Será particularmente relevante lo que se decida acerca de la importación de gas y petróleo. A más largo plazo, están por concretar los efectos en el comercio mundial y, en particular, en la oferta de otras materias primas además de las energéticas. En este escenario, se ha complicado especialmente el marco de actuación de los bancos centrales, sobre todo en Europa, pues afrontan un incremento histórico de la inflación como consecuencia de un shock de oferta y, además, un riesgo elevado de menor crecimiento, que dificultaría notablemente las decisiones de política monetaria.