Los fondos y planes de inversión públicos se ven obligados a hacer frente a un desplome simultáneo de sus inversiones en renta fija y renta variable durante 2023... El estrés en el mercado de renta fija se extiende

Los fondos y planes de inversión públicos se ven obligados a hacer frente a un desplome simultáneo de sus inversiones en renta fija y renta variable durante 2023, poniéndose de manifiesto su incapacidad de cumplir con sus obligaciones futuras de pago a sus partícipes.
La venta forzosa de colateral para evitar el “margin call” de sus posiciones en derivados provoca a través del efecto contagio una crisis sistémica en los mercados financieros similar a la que tuvo que enfrentar a finales de 2022 el Banco de Inglaterra, salvo que esta vez se trata de un problema global.
Muchos dicen que el modelo 60/40 de inversión a largo plazo está muerto después de lo sucedido en 2022. Sin embargo, a tenor por el negativismo extremo tanto en Renta Variable como en Renta Fija más de uno podría llevarse una sorpresa... vía @RaoulGMI pic.twitter.com/aBJZy7206i
— Pablo Gil (@PabloGilTrader) May 19, 2023
Los escándalos en el mundo de los criptoactivos se suceden y la falta de transparencia llevan al inversor a dudar de si su dinero está seguro en los exchanges. El miedo provoca una salida de capitales o “bank run” y la falta de liquidez desata el pánico, al principio concentrado tan solo en las criptomonedas, pero después por efecto contagio se expande al resto del sistema financiero.
Una inflación persistente y muy por encima del objetivo del 2% que obligue a los bancos centrales a mantener condiciones monetarias muy restrictivas durante más tiempo del previsto.
Primero, subestiman el impacto de las medidas restrictivas implementadas durante el último año y siguen confiando en que no habrá recesión económica o que será muy leve y de corta duración. Segundo, ante la imposibilidad de conseguir que la inflación retorne al 2% deciden ajustar el objetivo a cotas más altas (3%) para evitar tener que seguir asfixiando a la economía, pero solo consiguen perder credibilidad al tiempo que las expectativas inflaciónistas se anclan en el largo plazo, lo que les obliga a mantener niveles de tipos estructuralmente más elevados de lo que la economía es capaz de aguantar.