Que la inflación es un tema importante en nuestros días, no cabe duda. A la inflación la sentimos en la piel, cuando vamos al supermercado o en cualquier otra transacción comercial.
Tenemos las publicidades que nos incitan a comprar en 50 cuotas sin interés (no se ilusionen, acá nadie regala nada, la expectativa de inflación está metida en el precio que terminan pagando por el nuevo electrodoméstico si lo comparan con su valor en efectivo) o los descuentos de las tarjetas de débito en shoppings y supermercados.
Todos los caminos conducen a Roma: consumir, consumir y consumir
Eso es lo que necesita la economía, es lo que necesita el país. Y el efecto manada hace que la gente entre en este juego de comprar, aún sin necesidad, para acceder a cuotas y descuentos o para que la inflación no se “coma” los ahorros.
El déficit fiscal, la inflación y la pobreza de 2001 era infinitamente menor a los datos actuales:
El déficit fiscal, la inflación y la pobreza de 2001 era infinitamente menor a los datos actuales.
— Roberto Cachanosky (@RCachanosky) November 7, 2022
La explosión ya se produjo, lo que no tenemos gente en la calle porque están ELLOS .
Ahora bien, dónde quedó la libertad del ser humano en cuanto a su poder de elección?
En esta vorágine de gastos, préstamos y consumo, hay lugar para que unos cuantos se salgan del rebaño y busquen su propio camino, resistiendo la presión de un marketing agresivo que nos quiere hacer creer que el dinero quema y que no queda otra que gastarlo.