LA REGLA DE TAYLOR:
En 1992, el economista de la Universidad de Stanford, John Taylor, desarrolló una ecuación simple que ha sido muy influyente y explicativa de las medidas de política monetaria llevada a cabo por la Reserva Federal de EE.UU.
Su regla se apoya en una tasa de interés nominal tal que, cuando el PIB real y la tasa de inflación exceden de su objetivo se incrementan para generar un aumento de la tasa de interés real y así reducir la demanda agregada.
Y al revés, si la inflación y el PIB real caen por debajo del objetivo, recomienda recortar la tasa de interés nominal para aumentar la demanda agregada por la vía de un aumento de la tasa de interés real.
Así, según Taylor, la tasa de interés nominal de corto plazo debería ser una función creciente de la tasa de inflación y de la producción real para objetivos dados en ambas variables.
La ecuación de Taylor es:
Según este modelo, la tasa de interés real de largo plazo depende de la tasa de interés de hoy y de la esperada a futuro. No puede esperarse una relación B2B entre las tasas actuales de corto y las de largo plazo. En particular si se espera que las variaciones de las tasas de interés de corto plazo sean temporales. Esto pone una limitación al uso de la tasa de interés como instrumento para controlar la demanda agregada.
La relación entre inflación y tasas de interés en el corto plazo se podría interpretar como una mezcla de liquidez con efectos inflacionarios anticipados. A un plazo más largo, sin embargo, las tasas de interés nominales tienden a reflejar el premio de la inflación, entonces la tasa de interés real esperada es determinada por la productividad marginal esperada del capital.
Si la meta de inflación implícita en la regla de Taylor es creíble para los agentes económicos, las tasas de interés nominal de largo plazo incorporarán el premio de la inflación. Con las expectativas inflacionarias actuales, esto podría dominar cualquier efecto de liquidez en el corto plazo, poniendo un techo a lo que la autoridad monetaria consiguiera lograr en el corto plazo, en cuanto a modificar la tasa de interés real de largo plazo.
La experiencia en mercados como el japonés constata que es una situación muy complicada de revertir y con unos efectos devastadores en la economía, ya que genera un círculo vicioso en el que la demanda cae, como consecuencia de ello lo hacen los beneficios empresariales, hay que bajar precios para poder vender, hay que bajar los costes para que sea rentable y se genera desempleo.
En lo que toca a los bancos centrales, la regla de Taylor ha llevado a descartar los efectos de la cantidad de dinero en la economía. De hecho, el dinero no juega un papel significativo en la mayoría de los modelos construidos para la conducción de la política macroeconómica. El propósito de este artículo es subrayar que existe una variedad de temas aún por resolver en relación con la eficacia de la regla de Taylor para estabilizar la economía.
Soy Bruno M. Gómez Santos
Agente Financiero, Mediador de Seguros y Broker Inmobiliario.