Etapa de digestión de los mensajes de los bancos centrales durante la cual sólo podemos esperar una estabilización como mejor desenlace posible... Su agresiva dialéctica va tan dirigida a combatir la inflación como a frenar bolsas y bonos

El pragmatismo se impone. Las 2 últimas semanas del año probablemente habrían sido de rebotes, pero Lagarde se ocupó el jueves pasado de eliminar esta posibilidad. Hay 2 cosas importantes que los bancos centrales - y particularmente el BCE - no nos dicen.
No pueden aplicar las subidas de tipos que serían necesarias para reconducir la inflación hacia +2% en el corto plazo porque eso llevaría a una recesión seria, vía deterioro del empleo, y no están dispuestos a asumir ese coste.
En el fragor político-judicial pasa inadvertido que repunta la prima de riesgo y se encarece la financiación. El BCE dejará de comprar 90.000 millones de deuda española en 2023 y fuerza a Sánchez a buscar más inversores en año electoral. Vía @elmundoes https://t.co/RtNGs0x8xp
— Carlos Segovia (@carlossegovia_) December 19, 2022
Por eso, su agresiva dialéctica va tan dirigida a combatir la inflación como a frenar bolsas y bonos. Tratan de influir todo lo posible con sus mensajes para frenar a un mercado que, si se recuperase con agilidad, les pondría en evidencia y diluiría los efectos sus políticas monetarias más duras.