La evolución de la economía española durante el ejercicio 2020, al igual que la del resto de economías a nivel mundial, estuvo marcada por la pandemia del coronavirus. El PIB y el empleo se contrajeron de forma sustancial, a un ritmo superior al de la mayoría de países de nuestro entorno, mientras que la inflación, que comenzó el año alrededor del 1 %, se situó en terreno negativo desde abril.
El déficit público, por su parte, experimentó un fuerte aumento como consecuencia de las medidas económicas adoptadas por el Gobierno central derivadas del COVID-19 y el descenso de los recursos impositivos, situándose en el 11 % del PIB al cierre del año (2,9 % en 2019).
???? El BCE estrecha la vigilancia de la liquidez bancaria y podría elevar sus exigencias.
— Economistas Contables (@EContables) May 21, 2023
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Los efectos de la pandemia también se hicieron notar en los mercados financieros, cuya trayectoria fue similar a la del resto de mercados internacionales
No obstante, en el caso de los mercados de renta variable, la evolución de las cotizaciones fue más desfavorable que en otras bolsas debido, en gran medida, al mayor peso relativo de los sectores más afectados por la crisis. Las rentabilidades de los activos de deuda y las primas de riesgo se incrementaron, como en otras economías europeas, durante los meses de marzo y abril y, tras las medidas adoptadas por el BCE, se produjo una reversión de esta tendencia en la mayoría de los activos.
En este contexto, el PIB disminuyó un 10,8 % en 2020 (un 6,8 % en la zona euro) y el número de empleos se redujo en casi 800.000, por lo que la tasa de paro (en promedio) se incrementó desde el 14,1 % de la población activa en 2019 al 15,5 % en 2020
La situación patrimonial de los hogares también experimentó un empeoramiento a lo largo del año, con una disminución de sus rentas y un aumento, después de varios años en descenso, de su nivel de deudas. Su tasa de ahorro se incrementó de forma notable, especialmente en el segundo trimestre, tanto por un motivo de precaución como por el ahorro forzoso derivado de las restricciones a la movilidad, aunque continuó por debajo de los valores observados en el resto de Europa.
Los mercados nacionales de deuda continuaron mostrando una evolución similar a los de otras economías europeas de nuestro entorno, caracterizada por el contexto ultrarreducido de tipos de interés, soportado y alentado por las diferentes medidas adoptadas por el BCE
El repunte de las rentabilidades de los activos de deuda que se registró en marzo y abril —los momentos más turbulentos de la crisis— se revirtió casi en su totalidad en meses posteriores en la mayoría de los activos. Únicamente en los valores de deuda privada a corto plazo se observó un aumento de las rentabilidades en todos los trimestres (aunque manteniéndose en niveles muy reducidos) como consecuencia, en parte, de los mayores costes que están soportando las empresas más pequeñas por su tamaño y calificación crediticia.
Los activos de deuda pública, por su parte, tanto a largo como a corto plazo, experimentaron rentabilidades que llegaron a situarse en mínimos históricos en el último mes del año
Así, por ejemplo, el bono a 10 años alcanzó en algunos momentos puntuales rentabilidades negativas, mientras que el rendimiento medio de las Letras del Tesoro se situaba en diciembre en el mercado secundario entre el -0,60 % y el -0,70 %. Por su parte, la prima de riesgo, que se elevó hasta los 156 p.b. en el mes de abril, fue descendiendo paulatinamente desde entonces y terminó 2020 en los 63 p.b., incluso por debajo del valor de cierre del año anterior (66 p.b.).