La pandemia del coronavirus marcó la evolución, que se caracterizó por medidas de aislamiento generalizadas y paralización de la actividad económica en la mayoría de las economías. Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el producto interior bruto (PIB) mundial se contrajo un 3,3 %, 6,1 puntos porcentuales (p.p.) menos que en 2019, aunque lo hizo con distinta intensidad en las economías avanzadas y emergentes.
Destacó el papel que jugaron los bancos centrales durante el año para tratar de paliar los efectos negativos de esta crisis, adoptando medidas de política monetaria expansiva a ambos lados del Atlántico. Así, la Reserva Federal de los EE. UU. y el Banco de Inglaterra redujeron dos veces el tipo de interés oficial en marzo, y tanto estos como el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón impulsaron la financiación bancaria y llevaron a cabo ambiciosos programas de compras de activos destinados a facilitar el crédito y mejorar el funcionamiento del mercado.
Los problemas del #FMI y el coste que imponen a los países que busca ayudar con el profesor @juantorreslopez. https://t.co/GqdvBnvOqu
— Alberto Mera (@alberto_mera) May 16, 2023
Los mercados financieros internacionales estuvieron condicionados por las incertidumbres económicas, políticas y sanitarias derivadas de la expansión del COVID-19
Los tipos a corto plazo de las economías avanzadas descendieron siguiendo el rumbo marcado por la evolución de los tipos oficiales, al igual que las rentabilidades de la deuda pública a largo plazo, que presentaron caídas, a pesar de los repuntes transitorios experimentados por muchos países durante los primeros meses de pandemia. Por su parte, los mercados de renta variable registraron fuertes pérdidas a principios de año, sobre todo en marzo, así como elevados niveles de volatilidad que no se observaban desde la crisis financiera global. Posteriormente, y con diferencias según las regiones, los índices bursátiles tendieron a recuperarse a lo largo del ejercicio. En el tramo final del año, la disminución de algunas incertidumbres, entre las que destacó el inicio de la vacunación en varios países, el acuerdo que evitaba un brexit duro y la confirmación de la victoria demócrata en las elecciones estadounidenses, permitió que los índices de renta variable afianzaran su crecimiento. Así, en el conjunto del año, las bolsas estadounidenses y japonesas mostraron revalorizaciones, mientras que las europeas acabaron registrando pérdidas (excepto el índice alemán Dax 30).
Las perspectivas de crecimiento para 2021 apuntan a una recuperación gradual de la actividad económica (el FMI pronostica un crecimiento global del 6 %) en parte gracias al comienzo del proceso de vacunación masiva
La aparición de nuevos brotes y cepas del virus, así como la lentitud y la poca eficacia en la distribución y administración de las vacunas, seguirán siendo fuentes de riesgo importantes, pues pueden dar lugar a nuevos confinamientos, paralización de negocios y turbulencias en los mercados.