En cuanto a la composición de los flujos en fondos de inversión, cabe señalar que durante los meses más críticos de la pandemia (marzo y abril) se registraron reembolsos netos muy elevados, que se concentraron sobre todo en las categorías de renta fija, en los fondos globales y en los de retorno absoluto. En particular, los reembolsos netos en fondos de renta fija fueron cercanos a los 3.200 millones de euros en el primer trimestre, de los que 2.700 millones se produjeron en marzo. En trimestres posteriores se registraron entradas netas de recursos, que se fueron consolidando a medida que avanzaba el año, pero tuvieron un importe insuficiente para compensar las salidas iniciales.
Por categorías cabe destacar la fuerte recuperación de las suscripciones netas en los fondos de renta fija, que compensaron las importantes salidas comentadas con anterioridad
Además se observó que una parte de los inversores mostró una preferencia elevada por categorías de riesgo más altas, aunque con una evolución temporal algo irregular en el año. Así, por ejemplo, en el primer trimestre los fondos de renta fija mixta y los de renta variable internacional experimentaron fuertes entradas de recursos y en el tramo final del ejercicio fueron más destacables las suscripciones en fondos de renta variable pura y mixta.
El Gobierno no se da por enterado y sigue aumentando los desequilibrios ante un BCE que parece querer poner un poco de cordura.
— Daniel Lacalle (@dlacalle) May 20, 2023
Esta irresponsabilidad hará que lo más difícil de la normalización monetaria recaiga sobre el tejido productivo y las familias.https://t.co/1jGyaE9nih
El indicador de estrés de los mercados financieros repuntó con fuerza en marzo de 2020 a causa de la crisis generada por el coronavirus y se fue reduciendo progresivamente a partir de mediados de año
El indicador de estrés de los mercados financieros españoles15, que había iniciado el año en un nivel de estrés bajo con valores que oscilaban alrededor de 0,20, experimentó un aumento muy importante desde marzo debido a la crisis generada por el COVID-19 y su impacto en los diferentes segmentos del sistema financiero. Así, el indicador general del sistema mostró el mayor repunte de su historia en 10 semanas consecutivas, ya que entre el 28 de febrero y el 8 de mayo aumentó desde 0,19 hasta 0,64 (0,45 puntos más), una tendencia que contrasta con el incremento más progresivo observado en otros periodos de crisis. De esta forma, se alcanzó el tercer valor histórico más elevado, tan solo inferior a los niveles observados a finales de 2008 (0,88) y a mediados de 2012 (0,70).
El hecho de que el indicador, aunque elevado, no alcanzara los niveles registrados en crisis anteriores tuvo su origen en las medidas adoptadas por el BCE, que permitieron que las primas de riesgo y las condiciones de liquidez de los mercados de deuda no experimentaran un deterioro sustancial
De esta forma, los indicadores individuales que más se tensionaron en el contexto de la crisis fueron los relacionados con las caídas en los precios de los activos y con los rebrotes de la volatilidad, lo que provocó que alcanzaran niveles superiores a 0,85 o incluso 0,95 en el caso de la renta variable no financiera (véase gráfico 1.2.2). El grado de correlación del sistema, aunque de forma lenta, también fue aumentando durante los meses más críticos y se mantuvo elevado algunas semanas más, lo que contribuyó a mantener el estrés del sistema en niveles altos durante algún tiempo.