El desarrollo del entorno económico y financiero es clave en la generación de flujos de ahorro y de inversión por parte de los agentes que participan en el sistema financiero y determina la evolución de aspectos importantes dentro del ámbito de supervisión de la CNMV, en particular, de los mercados financieros y sus infraestructuras y de los intermediarios financieros no bancarios.
El entorno económico de los últimos años se caracterizó por una fuerte recuperación de la actividad económica a escala internacional tras la crisis asociada a la pandemia, aunque con diferencias entre países y salpicada por la aparición de incertidumbres de diferente naturaleza a lo largo del ejercicio. El entorno financiero dio muestras de esta recuperación económica, observándose incrementos generalizados en los precios de los activos financieros.
➡️ La élite de banqueros mundialistas está tratando de crear la GRAN CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL ansiada por la élite desde hace décadas, y lo está haciendo como lo ha hecho siempre en todas las anteriores crisis económicas que ha habido, las cuales ninguna ha sido causada por el pic.twitter.com/qTOsmuRC6g
— Jocker (@ulises37) March 16, 2023
Entorno económico: recuperación desigual y con incertidumbres
El ejercicio de los últimos años estuvo marcado por una intensa recuperación económica a escala mundial tras la crisis del COVID-19 iniciada en 2020, fundamentalmente apoyada en el proceso de vacunación de la población y en las políticas públicas de apoyo a las economías, pero con perfil heterogéneo entre países y que se vio truncada a finales de año en un contexto de nuevas incertidumbres.
El crecimiento fue de distinta intensidad entre jurisdicciones, destacando los avances de China (8,1 %), el Reino Unido (7,5 %), Francia (7 %) y EE. UU. (5,7 %) frente a los de Japón (1,7 %) o Alemania (2,9 %). El avance de la economía española fue del 5,1 %
La heterogeneidad estuvo relacionada no solo con el grado de afectación de cada economía en el contexto de la pandemia en función de su modelo productivo, sino también con la proliferación de dificultades y elementos de riesgo no esperados al principio del año, que dieron lugar a rebajas de cierta intensidad en los pronósticos de crecimiento. Estos elementos, aun presentes, estuvieron vinculados a los problemas en algunas cadenas de suministro, el fuerte encarecimiento de las materias primas —incluido el petróleo—, la aparición de nuevas variantes del virus que dieron lugar a restricciones adicionales sobre la actividad económica y, finalmente, la intensificación de algunos conflictos geopolíticos.