Algunas de las aportaciones que España nos ha regalado. Elementos de uso diario como la fregona o el cigarrillo, y otros más especializados como el traje espacial o el TALGO han sido grandes inventos creados de manos de personajes españoles que nos han facilitado la vida y han cambiado la historia del ser humano.
Quizás alguno recuerde a su abuela fregando el suelo de rodillas trapo en mano mientras se quejaba del dolor de espalda. Gracias a Manuel Jalón Corominas, hoy en día hemos dejado de ver esa imagen en nuestras casas. Este ingeniero aeronáutico supo combinar a la perfección un palo, unas tiras de algodón y un cubo con escurridor para dar lugar a lo que hoy conocemos como fregona, uno de los inventos cotidianos que más rápido llegó a todas las casas españolas y más tarde al resto del mundo.
Pensada en principio como herramienta de limpieza para el ejército, en seguida pasó a ser conocida en los años 60 por sus anuncios en prensa y posteriormente en televisión. Pero su invención no quedó ahí, tras varios años, Jalón decidió seguir perfeccionándola sustituyendo el primer escurridor de rodillos por uno en forma de embudo que hacía la tarea más sencilla y eficaz.
Viajar de una ciudad en pocas horas a principios de siglo era algo lejano, pero el tren permitía un transporte más o menos rápido y cómodo, pero los accidentes eran comunes, y el número de heridos y fallecidos en ellos era muy alto.
Pensando en mejorar esas circunstancias, Alejandro Goicoechea Omar, se puso a trabajar en un nuevo tren que fuera más ligero, seguro y rápido, pero la llegada de la Guerra Civil paralizó su investigación.
Tras la guerra, continuó; su proyecto, pero la falta de recursos le llevó a tener que esperar hasta que llegó un empresario bilbaíno que ayudó a su desarrollo y propició que, el que ya era denominado TALGO (Tren Articulado Ligero Goicoechea-Oriol), pasara a fabricarse en Estados Unidos bajo la dirección de ingenieros españoles en 1949.
Un año después realizaría su primer viaje Madrid-Valladolid, convirtiéndose en el tren más famoso de las vías españolas en las siguientes décadas y exportándose a otros países como Estados Unidos.
¿Qué tal se comería un caramelo con un tenedor? Fue la pregunta que Enric Bernat se hizo cuando inventó lo que hoy conocemos como Chupa Chups.
Nacido en una familia de confiteros, Bernat decidió crear un caramelo que contentara tanto a niños como a madres. Si colocaba un palo de madera a un caramelo este sería más sencillo de comer y los pequeños no se mancharían tanto al no tener que cogerlos con las manos.
Con solo 6 sabores y con un precio de 1 peseta salió al mercado en los años 50 como caramelo Gol. Nombre que con el tiempo, y una nueva campaña publicitaria pasó a convertirse en Chups, el cual evolucionaría más tarde a Chupa Chups al adoptar parte del lema publicitario de sus carteles: “Obtén algo dulce para chupa, chupa, chupa, como un Chups”.
Tras su gran éxito en España pasó a comercializarse en países como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido. Siendo conocido a nivel mundial al ser el primer caramelo con palo consumido en el espacio.
¿Qué sería de los viajes al espacio sin esos grandes cascos esféricos y esos incómodos trajes que todos hemos podido ver en televisión?
En la década de los 20, Emilio Herrera, pensando en viajar más allá, diseñó un traje que permitiera alcanzar una altura de 22.000 metros de altitud sin sufrir daños a su ocupante. Esta nueva escafandra astronáutica incluía un micrófono, una visera que no dejaba pasar los rayos ultravioletas y un sistema de respiración asistida, todo ello preparado para las bajas temperaturas y la presión.
Pero el estallido de la guerra civil española impidió que pudiera terminar el proyecto de prueba de su traje.
Aún así, su invención llegó a oídos de la NASA quien le ofreció trabajo en Estados Unidos, pero el inventor decidió rechazarlo, según cuentan algunas fuentes, porque no quisieron aceptar su idea de colocar una bandera española junto a la estadounidense tras el futuro alunizaje.
Aún así su diseño pasó a ser la base de los trajes espaciales que permitirían años más tarde comenzar la carrera espacial.
¿Quién no ha pasado una tarde con amigos jugando al futbolín?
Esta pequeña versión del fútbol, se convirtió en el punto de mira de Alejandro Campos Ramírez al quedar lisiado en la guerra civil y ver cómo los niños que le rodeaban en el hospital echaban de menos jugar con el balón durante su convalecencia.
Este gallego, quiso crear una opción cercana para ellos, y uniendo dos de sus pasiones, el tenis de mesa y el fútbol, inventó lo que hoy conocemos como futbolín. Un entretenimiento que ha llegado hasta nuestros días y que se ha extendido por el resto del mundo.
Autor: SociosInversores