Cada usuario de bitcoins tiene su clave privada que confirma que la cuantía que posee en criptomonedas es efectivamente su propiedad y funciona como una contraseña para acceder a estos fondos, por lo que no debe facilitarse a nadie. Cualquiera que tiene una clave privada obtiene acceso a los recursos adscritos a dicha contraseña.
Para almacenar las claves privadas de forma segura se utilizan carteras virtuales que normalmente, en lugar de una clave privada (una secuencia de decenas de números y letras difícil de recordar) generan doce palabras aleatorias en inglés, llamadas frases de recuperación 'seed' (del inglés: 'semilla') que son mucho más fáciles de recordar y guardar e igualmente permiten acceder a los fondos a cada persona que dispone de ellas. Por lo tanto, tanto la frase 'seed' como la clave privada deben protegerse contra pérdidas o terceras partes.
Es más, para decirlo de forma sencilla: si pierde su clave privada o frase 'seed', perderá el acceso a sus bitcoins para siempre. Una dirección pública en la red BTC es el equivalente a un número de cuenta que damos a las personas de las que queremos aceptar cualquier pago.
Nuestra cartera virtual puede generar cualquier número de direcciones públicas, lo que la distingue del número de cuenta bancaria, que es fijo. Eso conlleva que si cometemos un error al realizar una transacción al introducir una dirección pública incorrecta los fondos enviados se perderán irremediablemente.
La red Bitcoin no dispone de un servicio de atención al cliente al que podamos recurrir para obtener ayuda o cancelar las transacciones en caso de que hayamos cometido un error.
Por lo tanto, el uso de BTC (y de criptomonedas en general) requiere del usuario una gran responsabilidad y conciencia de lo que se está haciendo.