Presentamos el último análisis de Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (Natixis IM), sobre los tres factores que determinarán la economía global en 2024:
- ¿Podemos embarcarnos en la transición energética si el precio del petróleo sigue siendo tan barato?
- Elecciones en 2024
- Tensiones geopolíticas
Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (Natixis IM)
Las preguntas cíclicas no cambian con el nuevo año. En 2024, seguiremos haciéndonos preguntas sobre el perfil de la inflación, la actividad económica, el comportamiento de los bancos centrales y el precio del gas. Sin embargo, hay algunos puntos que serán específicos de este año.
1 - ¿Podemos embarcarnos en la transición energética si el precio del petróleo sigue siendo tan barato?
El precio del petróleo no es caro. Ha fluctuado en torno a los 60 euros. Este precio es un incentivo para consumir petróleo, y su consumo está en máximos históricos. En otras palabras, la transición energética no ha comenzado realmente, y esta es la interpretación del comunicado de la COP28. Añadir energías renovables al consumo energético sin sustituir los combustibles fósiles no es iniciar la transición energética. Sin embargo, eso es lo que estamos presenciando, y es dramático. El resurgimiento de la producción estadounidense a finales de 2023 es una buena noticia para la inflación, pero una mala para el planeta. La guerra de precios lanzada recientemente por Arabia Saudí no es una buena noticia, porque está iniciando un tira y afloja con los productores estadounidenses, ya que al actuar así está reduciendo claramente la rentabilidad de los productores estadounidenses. El resultado será un precio permanentemente más bajo, impulsando el consumo de petróleo si es necesario.
2 - Elecciones en 2024
Por primera vez, votará la mitad de la población mundial. Este año destacan las elecciones presidenciales estadounidenses, las europeas, las generales en Gran Bretaña y la India, las presidenciales rusas y, esta semana, las presidenciales en Taiwán.
No todas estas elecciones son necesariamente democráticas. No hay que confundirlas. Según The Economist, que hace un seguimiento de 71 de los 76 países que celebrarán elecciones, sólo en 43 se podrá votar libremente y sin restricciones, y 28 celebrarán elecciones sin que se cumplan las condiciones democráticas. Si bien es difícil prever las crisis económicas a gran escala, podemos estar preparados para las crisis políticas derivadas de las elecciones. La última década ha estado llena de sorpresas –la elección de Trump o el Brexit–.
Entre las cuestiones a las que habrá que estar atentos están las elecciones estadounidenses, en las que es probable que se produzca un nuevo duelo entre Biden y Trump. En Europa, las tendencias políticas recientes se han centrado en la vigilancia de los flujos migratorios y en la crítica y el rechazo a las instituciones europeas. Si esta dinámica se impusiera, la integración europea podría quedar en entredicho. Además, podrían cuestionarse las alianzas europeas, en particular por el conflicto de Ucrania.
En Taiwán, las elecciones se celebran el 13 de enero, y aunque es probable que los independentistas sigan en el poder, habrá que interpretar el resultado a la luz del papel de Taiwán en la geoeconomía mundial (la importancia de los semiconductores producidos allí) y también de las tensiones entre Estados Unidos y China sobre la independencia del país. Las sorpresas vendrán de esta dimensión política en 2024. En diciembre de 2024, el mundo podría ser un lugar muy diferente.
3 - Tensiones geopolíticas
La cuestión del Canal de Suez resume los interrogantes que plantea el nuevo marco mundial que se está configurando. Los buques ya no pueden utilizar el canal debido a los riesgos que plantea la intervención armada, misiles y drones. Como consecuencia, el tránsito por el canal ha caído a su nivel más bajo desde hace 4 años, a pesar de que el tráfico representa el 15% del comercio mundial. Esta situación tiene una dimensión económica, ya que los buques de carga tienen que rodear África por el Cabo de Buena Esperanza, lo que alarga los plazos (10 días más) y aumenta los costes y, por tanto, el precio de las mercancías importadas, sobre todo en Europa.
Esto también podría fomentar la producción en regiones no dependientes del canal. Políticamente, estas tensiones están asociadas al conflicto entre Israel y Hamás, pero también reflejan la inestabilidad en Yemen, que Arabia Saudí desearía resolver.
En pocos años, el mundo ha cambiado radicalmente. El marco mundial se ha politizado, acentuando las tensiones y rivalidades tanto económicas como políticas. Podríamos decirlo así: la globalización impulsada por la unificación de los mercados y el progreso tecnológico se ve ahora desafiada por la exacerbación de las demandas de identidad, la necesidad de autonomía y la radicalización de la violencia. Durante veinte o treinta años, el frágil equilibrio entre lo global y lo local se ha inclinado a favor de lo global. El péndulo está volviendo a inclinarse hacia lo local, hacia el deseo de menos dependencia, la capacidad de arreglárselas y menos aceptación de las reglas globales.
Debemos prepararnos para una polarización más marcada del mundo, con intereses regionales que ya no encajan en el marco de las dos últimas décadas. El riesgo es que esta configuración multipolar dé lugar a una dinámica caótica, incierta, volátil e inestable.
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