Mañana el Banco de la Reserva Australiana tiene su última reunión para el año, y no se juntan de nuevo hasta el 2 de marzo.
Dado el plazo relativamente largo, la incertidumbre en torno al fin de año, y los acontecimientos geopolíticos esperados para enero, seguramente querrán dejar todo en orden antes de ausentarse por ese lapso.
Luego del recorte histórico en la tasa de referencia, dejándolo en 0,1% en la reunión pasada, hay un consenso unánime de que el RBA no hará cambios en su política en esta sesión.
Se proyecta que sea tan anodino que se vaticina que el informe de política y sus proyecciones serán todo lo mismo que la vez pasada.
Haciendo seguimiento a los precios
El elemento clave de las últimas comunicaciones del RBA (y seguramente para los próximos meses) es su compromiso con seguir a la tasa de inflación actual en vez de las proyecciones inflacionarias.
Los economistas están de acuerdo en que la inflación será baja por un tiempo extenso, entonces el RBA no tendrá razón para modificar su política por varios meses.
Dado que el banco es adverso a las tasas negativas (pero dado el IPC, en términos reales ya son negativos) el próximo cambio en la tasa sólo puede ser al alza. Para el mercado, es sólo cosa de cuándo.
Para entender mejor para dónde va la inflación, hay que prestar atención a las ventas minoristas, hábitos de gasto, y el presupuesto del gobierno.
Una casualidad de la programación de esta reunión es que sea un día antes de la publicación del PIB del tercer trimestre, que da información clave sobre cómo está resultando la política monetaria. El otro factor importante es la evolución de las ventas minoristas, en los que ya estamos viendo un problema.
No se puede predecir a la gente
Haciendo una predicción sobre cómo reaccionará un ente regulador ante un escenario determinado es relativamente fácil en comparación con hacer lo mismo con una población de un país completo.
Como se observa con el debate sobre las máscaras, no porque los expertos creen que algo es buena idea, significa que todos lo van a hacer.
El RBA y el gobierno no han escatimado esfuerzos en incentivar el consumo, pero la tasa de ahorro muestra que los australianos están respondiendo ante la pandemia con reticencia al gasto.
La tasa de ahorro ha superado el doble de lo que era antes de la pandemia, y supera con creces a los niveles luego de la última recesión.
Que haya dinero no signifique que se gastará
Mientras el RBA ha proporcionado liquidez, la población australiana busca cómo ahorrar cualquier “excedente” que tienen.
Si bien las ventas minoristas han tenido un rebote saludable, puede haber un límite sobre su crecimiento pues los clientes gastan menos.
Sin presión de demanda, es probable que la inflación no solo sea baja, sino que caiga en deflación – una situación a la que el RBA no está acostumbrada (a diferencia de la Fed).
En el entretanto, la trayectoria del AUD probablemente tenga más que ver con factores externos, como las tensiones con China.