Sabido es que nuestro país, muy frágil en términos financieros, se encuentra inmerso en ciclos económicos propios, muchas veces desacoplados de la realidad mundial.
En consecuencia, así como muchas veces los activos argentinos quedan al margen de subas sostenidas a nivel global, la caída en los precios internacionales no necesariamente se refleja en derrumbes similares a nivel local. Aunque en muchos casos el 2022 no es un año negativo, lo cierto es que los precios de las acciones argentinas siguen bastante deprimidos y un despegue económico podría cambiar esa realidad.
En el caso de los bonos del Estado, los valores que maneja el mercado parecen ridículos:
Cotizan en torno al 20% de paridad, muy por debajo de los títulos de países en guerra como Ucrania o en medio de un abismo político y económico como Sri Lanka. Sin embargo, el historial de Argentina como país deudor es realmente negativo, con recurrentes defaults. Se puede deber menos dinero que otros países, pero si no honrar los pagos se vuelve una práctica habitual, difícilmente la deuda de un país resulte atractiva, sin importar al precio que cotice.
Análisis de #Bitcoin en un minuto con ruptura clave del precio:
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— David Battaglia (@DBATTAGLIAYtube) October 26, 2022
El oro y tal vez el Bitcoin conforman alternativas válidas para diversificar las inversiones, pero sin duda la mejor opción pasa por leer, estudiar y aprender
Más allá de los activos financieros de moda, los invito a desempolvar viejos libros de inversión y analizar cómo actuaron las Bolsas en el período que cita Napier, entre 1939-1979. Así, podrán tomar decisiones apoyadas en sus propias decisiones y encontrar argumentos que sostengan sus posturas aun cuando la realidad parezca contradecirlos. Finalmente, se trata de aprender para ganar la mayoría de las veces con buenas inversiones a largo plazo.