Los hogares estadounidenses ya han empleado parte de este exceso de ahorro para financiar un mayor consumo desde el inicio de 2022, como respuesta al aumento de la inflación. En concreto, según nuestras estimaciones estaríamos hablando de unos 100.000 millones de dólares, es decir, poco menos del 5% de lo acumulado previamente. De mantenerse esta tendencia de los últimos meses, los hogares tardarían entre cuatro y cinco años en gastar la totalidad del ahorro acumulado en exceso, lo que para 2022 y 2023 implicaría un total de 500.000 millones anuales (sobre el 2,4% del PIB).
¿Cuánto podrían seguir gastando los hogares en los próximos trimestres?
No obstante, la relación entre el consumo y el exceso de ahorro acumulado no es constante ni directamente proporcional. Distintos elementos influyen en dicha relación, por lo que es necesario analizarlos para dar respuesta a la pregunta de cuánto apoyo realmente podría significar la bolsa de ahorro acumulada en el consumo en los próximos trimestres.
"Una buena, la inflación en Estados Unidos desacelera y se ubica en 8.5% en julio, lo que implica que @federalreserve no está tan presionada para subir tasas."
El primer elemento a tener en cuenta es cómo las familias han distribuido el ahorro acumulado entre los diversos activos disponibles
El primer elemento a tener en cuenta es cómo las familias han distribuido este ahorro acumulado entre los diversos activos disponibles, puesto que los diferentes grados de liquidez de los activos apuntan a una capacidad distinta de consumo a corto plazo. En este sentido, aunque los flujos hacia acciones y fondos de inversión, así como la contratación de nuevas hipotecas, se situaron por encima de sus respectivos promedios históricos más recientes, lo cierto es que el grueso del exceso de ahorro se destinó a depósitos y efectivo –activos muy líquidos– (véase el tercer gráfico).
Se trata de una distribución que debería favorecer una elevada disposición a ser gastado. Sin embargo, ello no parece estar ocurriendo
Un segundo aspecto a analizar es la distribución del exceso de ahorro entre los hogares según su nivel de riqueza, puesto que las familias con rentas bajas tienen una elevada propensión marginal al consumo, y lo contrario ocurre con los hogares de rentas elevadas. Así pues, llegados a este punto, sería necesario estimar la distribución actual del exceso de ahorro y de las propensiones marginales a consumir según la renta de los hogares, en ambos casos.
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