Al acercarnos a estas fechas es frecuente reflexionar sobre cómo transcurrió el año que termina, haciendo balance de lo que ha ido bien y mal, de los retos y dificultades superadas y en qué podemos mejorar. Cuando suenan las campanadas es habitual pedir deseos, en los que a menudo la capacidad individual para influir en su materialización es limitada. En cambio, en los nuevos propósitos, la determinación de cada persona cobra protagonismo y termina siendo una lista priorizada de objetivos a alcanzar.
La banca obtiene unos beneficios de 20.000 millones de euros:
La banca obtiene unos beneficios de 20.000 millones de euros. Esta misma banca despide a miles de trabajadores, traslada al cliente el trabajo de la mitad de sus gestiones, cobra comisiones por absolutamente todo, cobra comisiones por tener tu dinero en sus cajas y jugar con el⤵️
— JORGE GOMEZ (@Yuri_HSI) January 4, 2023
¿Cómo ha sido el 2022 para la banca? Un año de transición
Empezó con mucho dinamismo, se esperaba la consolidación de la recuperación económica, dejando atrás lo peor de la pandemia. Pero la guerra iniciada por Rusia en Ucrania cambió radicalmente el curso de los acontecimientos. En una primera etapa había que entender qué estaba pasando, asegurar el funcionamiento de las actividades críticas y protegerse de potenciales ataques cibernéticos. Las autoridades europeas y de EE. UU. reaccionaron rápidamente aprobando sucesivos paquetes de sanciones contra Rusia, sus empresas, sus bancos y sus oligarcas. El Supervisor Bancario Europeo quiso saber cómo de expuesta estaba la banca europea a la región. Varios bancos europeos, en particular, los franceses, italianos y austriacos tenían presencia física en Rusia y Ucrania, lo que les situaba en una posición más vulnerable y a lo largo del año sufrieron pérdidas al abandonar el mercado ruso. Sin embargo, la exposición directa de la banca europea en su conjunto era poco significativa, representando menos del 0,5% de los activos y del 5% del capital de los bancos europeos. Y, en particular, la exposición de la banca española era aún más reducida.
Luego llegaron los efectos de segunda ronda
Preocupaba y mucho la exposición indirecta que los bancos tenían frente a clientes que dependían de Rusia y el impacto sobre la banca de la incertidumbre y el deterioro de la economía, con el consecuente efecto adverso sobre la evolución del riesgo de crédito. Estos efectos indirectos son mucho más difíciles de cuantificar y los bancos normalmente analizan los impactos en sus balances y resultados elaborando diferentes escenarios de riesgo. A pesar de la incertidumbre, un aspecto era obvio: la inflación era mucho más permanente de lo que se había anticipado en los meses anteriores. No era solamente el impacto temporal de la disrupción de las cadenas de suministro derivado de la pandemia, estábamos ante una crisis energética y una subida generalizada de los precios; había indicios claros de que la inflación era menos transitoria y los bancos centrales tenían que actuar con contundencia subiendo los tipos de interés. Después de tantos años intentando que la inflación alcanzara el objetivo del 2% (estaba siempre por debajo), llegó al 9% en julio, y el Banco Central Europeo subió por primera vez, en más de una década, los tipos de interés.
En principio, la subida de estos impacta positivamente a la banca, pero hay muchos efectos que se pueden llegar a compensar entre ellos
En este sentido, hay fundamentalmente dos canales de transmisión. Por un lado, la normalización de la política monetaria es positiva. El negocio bancario tradicional radica en poner a disposición de los que quieren invertir o consumir el ahorro de otros o, visto de otra forma, una intermediación intertemporal, permitiendo consumo e inversión presente que se compensarán con ahorros futuros. En el negocio bancario, con tipos de interés más elevados, el diferencial (en la jerga, el margen de intereses) entre el coste de las distintas fuentes de financiación y los ingresos por los distintos tipos de activos rentables se amplía. No obstante, en simultáneo, los bancos tienen que analizar cuidadosamente la capacidad de repago de sus clientes, los proyectos de inversión, sus finanzas, etc. Por otro lado, el objetivo de los bancos centrales al subir los tipos de interés es hacer más restrictivas las condiciones financieras, enfriar la economía y reducir la inflación. Y si hay una desaceleración, la actividad de las empresas disminuye, además de sus proyectos de inversión y sus márgenes, lo que asociado a tipos de interés más elevados, reduce la capacidad de repago de sus deudas, potencialmente produciendo impagos en los balances bancarios. De forma similar, en un entorno de inflación elevada y tipos de interés más altos, las familias sufren un impacto negativo en su renta disponible, poniendo en riesgo el pago de sus deudas.