Hace bien poco que una crisis de reputación en la FED ha provocado la dimisión de dos altos funcionarios del banco central, lo que genera dudas sobre la solidez de las medidas de seguridad de la Reserva Federal.
En septiembre de 2021, los informes de los medios destacaron varias transacciones financieras importantes llevadas a cabo por el presidente de la Fed de Dallas, Robert Kaplan, y el presidente de la Fed de Boston, Eric Rosengren, durante 2020. Como dos jefes de los 12 bancos de reserva, ambos fueron fundamentales para diseñar la respuesta de la Fed a las consecuencias financieras de la pandemia de COVID-19.
Ambos prometerían no realizar más operaciones durante su mandato, pero luego anunciarían jubilaciones anticipadas a medida que se expandieran las consecuencias públicas. Lo cierto es que el vicepresidente de la Fed probablemente también sería objeto de escrutinio por la rotación de millones de dólares del fondo de bonos a fondos de acciones en febrero de 2020, justo antes de que la Fed comenzara a recortar las tasas de interés.
Bajo la dirección del presidente de la Fed, Jerome Powell, la Junta de la Reserva Federal se encuentra ahora en el proceso de una revisión de todo el sistema con respecto a sus prácticas éticas. Se han planteado preguntas sobre por qué los miembros de la FOMC que establece políticas, con un inmenso poder para mover los mercados, podrían alguna vez beneficiarse personalmente de las operaciones.
Powell aseguraba que nadie en la FOMC estaba feliz de estar en esa situación, de que surieran esas preguntas. Aseguraban estar tomándoselo muy, muy en serio.
Se ha oído en varias ocasiones que los banqueros centrales nunca deberían estar bajo una nube de sospechas de que están defendiendo políticas que los enriquecerán. Por ello debería apoyarse una prohibición total de cualquier alto funcionario de la Fed que tenga acciones individuales.